El envejecimiento es un proceso natural que conlleva una serie de cambios, tanto físicos como psicológicos y sociales, en las personas mayores. Estos cambios pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida y el bienestar emocional.

Por ello, no saber gestionarlos adecuadamente puede afectar nuestra salud física y mental. Todo adulto mayor necesita evolucionar y recuperar espacios de la intimidad perdida tras la llegada de los hijos y retomar proyectos personales que quedaron postergados.

Aunque existen muchos factores estructurales que tienden al pesimismo y que no son muy fáciles de ignorar ni eludir, es importante reinventarse y apostar por un envejecimiento independiente, productivo y saludable.

Para lograrlo, cambiemos la palabra «envejecer» por «en-vejez-ser». «Envejecer» es volverse rutinario, inactivo, llenarse de nostalgia por el pasado y vivir encerrado sin proyectos ni esperanza. «En-vejez-ser» significa ser productivo, emprendedor, abrirse a nuevas e infinitas posibilidades, reunir experiencias anteriores para asumir proyectos nuevos, cumplir viejos sueños y vivir experiencias aún desconocidas con ilusión.

Reinventarse es atreverse a mirar lo desconocido y dar un paso al frente para ser productivos: pintar, escribir, viajar, practicar hobbies, estudiar, ser mentores, enseñar sabiduría y virtud o desarrollar otros espacios donde se valore la experiencia acumulada.

Es abrirte a infinitas posibilidades. Hay que comprender que «ser viejo» no depende de la edad, sino de la mentalidad. Si nuestros pensamientos son positivos, motivadores y optimistas, silenciaremos las voces del enemigo -que llena nuestra mente de miedos, pesimismo y derrota- que anulan nuestra voluntad. La Biblia nos ofrece una perspectiva de esperanza sobre el envejecimiento en Salmos: 92:14. «Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes».

Este versículo nos dice que, incluso en la vejez, una persona puede seguir siendo fructífera y vigorosa, como una planta que sigue floreciendo y creciendo, pese a los años.

¿QUÉ HACER?

1. Evita el aislamiento. Mantener conexiones sociales y permanecer en contacto con el mundo que nos rodea pueden mejorar nuestro bienestar mental y físico.

2. Explora nuevas tecnologías. Resistirse a estas y aferrarse a las viejas formas pueden limitar nuestras oportunidades. Ellas nos permiten realizar consultas de telemedicina, videollamadas con familiares, compras en línea, banca digital y mucho más. Adaptarse a la tecnología puede mejorar nuestra calidad de vida, mantenernos independientes e incluso estimular nuestra mente.

3. Olvida el pasado y el rencor, y perdona. La vida es demasiado corta para aferrarse a la ira y al resentimiento. Estas emociones negativas pueden pesar mucho en nuestro corazón y robarnos la paz y la felicidad. El perdón no consiste en olvidar o condenar las malas acciones, sino en liberarnos de la carga de la amargura. Es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos y una poderosa herramienta para la sanación emocional.

4. Rompe con la rutina. Si bien las rutinas pueden brindar una sensación de seguridad y previsibilidad, también pueden generar monotonía y aburrimiento. Prueba algo nuevo, una receta, un pasatiempo divertido, etc. El objetivo es mantener tu cerebro activo y tu vida vibrante. Envejecer no se trata de mirar atrás con arrepentimiento, sino de abrazar el presente y mirar hacia adelante, hacia lo que está por venir, recordando el pasado de la mejor manera.

Se trata de aceptar los errores del pasado, aprender de ellos y luego dejarlos ir. El paso del tiempo nos enseña que la juventud está en el espíritu, no en los años. Rompe los límites del envejecimiento y cumple tus sueños, con ellos siempre habrá algo nuevo que aprender, descubrir y experimentar. Hacerlo será una bendición para cerrar tu existencia con broche de oro.

AZAEL PITTI
CONSULTOR Y CONFERENCISTA
azaelpittibatista@gmail.com
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