Era el verano de 1974 cuando su majestad Fátima Zelaya paseaba por las calles de la ciudad de Las Tablas. Sonaban las murgas con sus tonadas y la multitud aclamaba a la única reina de ese año, engalanada impecablemente para cada día y noche de los cuatro días de celebración.

PORTADA  | FÁTIMA ZELAYA

Con la energía y alegría que la caracterizan, procedemos a conversar con la empresaria y fundadora de Fátima Zelaya Seguros, acerca de sus recuerdos y la evolución de la festivi- dad carnavalesca, el amor por el folklore y su vida profesional, definida por una destacada e impecable trayectoria en la industria de los seguros.

Mientras es ataviada con la pollera confeccionada en su reinado hace 50 años, procede a maravillarnos con sus anécdotas, desde la Ópera Suite del Sofitel Legend Casco Viejo, en donde fue nuestra cita, y conversamos amenamente con la transparencia, honestidad y solidaridad que la distinguen.

FAMILIA DE VALORES

Nació en la ciudad de Panamá y creció en el barrio de San Francisco, en donde tuvo una niñez feliz, en un hogar con cinco hermanas, rodeada del amor de sus padres, quienes le inculcaron el amor, el respeto, la tolerancia y la empatía para una convivencia sana y armoniosa. “La unidad familiar era lo más importante”.

Estudió en el colegio Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, en donde conoció amistades que perduraron a través del tiempo. Su amor por las tradiciones, en especial por la pollera y el folklore, surgió por su familia, originaria de la ciudad de Las Tablas.
“Desde chica mi mamá nos llevaba a Las Tablas, constantemente, antes de que existiera el Puente de las Américas… y en carnavales, veía a las reinas con esos hermosos vestidos en esos enormes carros. Yo mataba por ser reina y crecí con la idea de que algún día lo sería”.

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Recuerda que su abuela materna les confeccionaba con amor detallados tembleques a cada una de sus nietas, los cuales usarían con las polleras y montunas el Martes de Carnaval. “Ella nos inculcó esa pasión por la tuna de la Calle Arriba, la tuna distinguida, una tradición familiar”, afirma con orgullo.

Cuando llegó a cierta edad, la Junta Directiva de Calle Arriba se acercó a sus padres y les preguntaron si permitirían que ella fuera reina. “Por supuesto que dijeron que sí… recuerdo mucho ese día, estaba feliz”.

REINADO DE LUJO Y FAMA

Tras meses de preparación, elaboración de vestuarios y accesorios, fue coronada el Sábado de Carnaval de 1974, ya que esa era la tradición en aquel entonces.
Cincuenta años después, mantiene intacto el recuerdo de aquellos carnavales como reina de Calle Arriba de Las Tablas.

“Fátima, tú eres la reina del carnaval, Fátima es alegre y divertida, por eso la quiere Calle Arriba”, es parte de los versos de las tonadas que todavía resuenan en los recuerdos de quienes formaron parte de esta celebración.

Una de las características de esos cuatro días fue la modernización en los vestuarios, en combinación con el maquillaje, que marcaron un precedente en los reinados siguientes de ambas calles. “Marcamos un hito en cuanto a los vestidos y maquillaje de la coronación y los carnavales”.

Durante la celebración del lunes, día de fantasía, recuerda su traje “La Reina de las Nieves”, para el que fue pintada completamente de plateado.

En cuanto a la coronación y paseo del domingo, los temas estuvieron basados en “El Nilo: El alma de Egipto”. Por esta razón, presentó la fantasía “Cleopatra y el esplendor de Egipto”. El Martes de Carnaval, lució una hermosa pollera marcada, elaborada por laboriosas manos de artesanas de La Enea de Guararé.

“Cuando salí, me lucí”. Sin embargo, lamenta que, en su reinado, Calle Abajo no tuviera reina, por lo que se convirtió en la sexta reina sin rival de forma consecutiva.
“En ese año fui la reina del pueblo, porque era la única en Las Tablas, lo cual me dolió un poco porque no tenía rival ante las murgas o los fuegos artificiales, que es una de las prin- cipales características de estos carnavales”.

Además de marcar un precedente en el antes y después de los carnavales de Las Tablas con el uso de trajes modernos, mantiene en su recuerdo la alegría vivida en aquel momento y el folklore en su máxima expresión. “Yo gocé mucho mi carnaval y no me arrepiento, si yo vuelvo a nacer, volvería a ser reina”.

DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN
Reconoce la evolución de los carnavales, que atraen a miles de personas en Panamá y el mundo, pero también ha cambiado la celebración.
“Ahora hay más lujo y atractivos para los turistas, lo cual es bueno para la economía de la región… las muchachas hoy en día son un poquito más alegres, más atrevidas y con más personalidad”.

En tanto, añora los días en que “se sentía más sentido de comunidad y había más música de folklore, valores y respeto”.

Como buena familia tableña, la tradición del reinado continuó. Es tía de su majestad Adriana Mata Zelaya, soberana del año 2006, quien dejó el nombre de la calle en alto.
Consciente de que los tiempos han cambiado, afirma que las reinas de antes y las de ahora, sin importar la época, deben contar con excelentes condiciones físicas. “En mis tiempos se debían dar varias vueltas al parque Porras a pie en los culecos”.

Ella aconseja a las futuras reinas, primero que todo, “que no las gobierne la presión y que disfruten y aprovechen su reinado al máximo, porque ya pocas veces se presentan oportunidades tan enriquecedoras en la vida como estas”. Además, que sean 100 % naturales.

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