“Me siento afortunado de tener en mi vida a mis hijas”
Raúl Robles es el papá de María Catalina, de 6 años. Más allá de su condición de autismo, es una niña alegre, vivaz, que expresa sus emociones, inquieta, tremenda, activa, que se esfuerza por ser independiente, inteligente, atlética, ágil y hermosa. “Es mi vida, mi alma y mi aliento de vida.
No dudaría en desprenderme de algo muy mío para que ella pueda desarrollarse”. Está en primer grado y tiene sus preferencias al comer, en especial texturas crujientes en color amarillo. Sus padres procuran que su alimentación sea siempre saludable. María es fan del trampolín, le encanta correr, jugar en el parque, la piscina, el río, le gusta pintar y ver películas de Disney. Su gran cómplice es su hermana Janice, de 22 años.
UN HERMOSO RETO
Para su padre, ver crecer a María ha sido muy bonito. “Cada etapa de su vida nos toca adaptarnos a cosas nuevas”. Incluso el cepillado y peinado en las mañanas puede ser todo un reto. Además, manifiesta que algunas personas pudieran verla y pensar que es una malcriada, “sin saber que es una niña con una condición especial. A “María Cata”, como cariñosamente la conoce su familia, le diagnosticaron autismo a los cuatro años. “Nuestra vida ha cambiado, nos cuidamos más, hemos crecido como personas”. Confiesa que se siente afortunado de tener en su vida a sus hijas, “si la vida me diera otra oportunidad de ser padre, lo aceptaría con todo el gusto”. Afirma que lo más difícil en este proceso “ha sido ver la poca empatía que tenemos hacia los demás”. Por esta razón, invita a la sociedad “a conocer más sobre las diferentes condiciones especiales en las personas, leer, instruirnos, preguntar… no todo el que actúa diferente o se comporta diferente está mal o equivocado, ver la vida de otra manera no es motivo de burla, hablar o caminar diferente no justifica una mofa. Si todos fuéramos iguales, la vida sería aburrida”